En muchas ocasiones, no tenemos en cuenta todo lo que somos capaces de expresar sin articular palabra, bien sea a través de gestos, determinadas distancias, posturas, posiciones, expresiones faciales o contacto visual y corporal.
Se trata de un lenguaje que utilizamos de forma espontánea y carga de significado aquello que estamos contando o transmitiendo.
La virtud de saber cómo y cuándo utilizarlo
Esto se puede extrapolar a todos los ámbitos de nuestra vida, tanto a nivel personal como profesional.
Por ello, es muy importante saber cómo utilizarlo y cómo aprovechar este lenguaje para que revierta en sensaciones positivas y consigamos evitar aquellos gestos que denotan miedos, inseguridades y provocan sensaciones o vibraciones negativas.
Un buen ejemplo podría ser una entrevista con un posible cliente, en ella deberemos de mostrar no solo aquellos conocimientos teóricos y prácticos con los que contamos, sino también trasladar seguridad, confianza, respeto o empatía. Como bien dice el dicho: “no basta con serlo sino también parecerlo”, esto será lo que probablemente le dé al cliente el impulso para elegirte a ti frente a la competencia.
Nos gusta sentirnos escuchados, entendidos y valorados por el resto, por ello, algo tan sencillo como una mirada de complicidad y entendimiento, puede reforzar tu posición frente a quien tengas delante.
Otro ejemplo podría ser una entrevista de trabajo. En ella además de demostrar tu agilidad y conocimientos sobre una materia en cuestión, deberás exponer tu opinión de una forma segura y persuasiva, que demuestre que dominas la materia, pero para dar una imagen menos fría y más humana, deberás de acompañarla de alguna expresión y gesto que reluzca tu personalidad real. Se trata de “humanizar” tus argumentos de alguna forma.
Pero el problema surge, tal y como hemos comentado antes, cuando realizamos ciertas muecas o movimientos de manera inconsciente, que pueden hacer que la otra persona desconfíe de nosotros.
Por ello, es importante encontrar un punto medio entre el lenguaje verbal y corporal, ya que es imprescindible que estos se encuentren alineados y no se contradigan.
Algunos gestos negativos podrían ser estos:
- Taparse la boca al hablar, en ocasiones es sinónimo de que estás ocultando algo o mintiendo porque estás nervioso
- Tocarse la oreja, este simple gesto inconsciente es reflejo de querer dejar de escuchar lo que te están contando.
- Tocarse la nariz, simboliza que puedes estar mintiendo.
- Frotarse los ojos, puede ser una acción realizada para quitar de tu plano de visión a aquella persona a la que estás mintiendo u ocultando algo.
- Meterse el dedo o un objeto en la boca, muestra inseguridad sobre el tema que estás tratando.
Un juicio, una negociación, un debate, una presentación, una jornada formativa o una mera conversación profesional son situaciones en las que nuestra comunicación no verbal está muy presente. El día a día está cargado de momentos en los que comunicamos, de forma consciente e inconsciente, y es por ello por lo que es tan importante saber qué comunicar y cómo hacerlo.
El mundo de la comunicación no verbal es un mundo interesantísimo, y queda aún mucho por descubrir. Si deseas saber más acerca de este apasionante mundo, no te pierdas el libro, «Comunicación no verbal. 51 respuestas aportadas por la ciencia» , trata de manera muy práctica aquellos aspectos que te harán dominar a la perfección la comunicación no verbal, tan importante para nuestro día a día.